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Guerra en el Segundo Cielo por tu vida, tu hogar y tu descendencia

Apocalipsis 12:10.

Piense un momento en lo infinitamente poderoso que es Dios. La tierra en todo su esplendor es tan sólo el estrado de Sus pies. Su voz formó todo el universo. Los cielos de los cielos de los cielos no lo pueden contener, desde el Antiguo Pacto hasta el Nuevo Pacto uno de los nombres de Dios es el de YHWH SABAOTH, Isaías 1:24 “Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis adversarios”. YHWH SABAOTH significa “YHWH de los Ejércitos”, es una expresión que significa: Señor de las huestes de ángeles y de todas las fuerzas de la naturaleza descrita en Génesis 2:1 “Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos”, escuche esta revelación de Dios, Dios tiene un ejército de ángeles  del cual el es el Capitán y Señor.

Nada hay que se pueda comparar con Su gloria y Su poderío. Y entre las cosas que lo hacen infinita­mente grande, es que es infinitamente justo. Su plan fue, entonces, que alguien hecho menor que los ángeles, fuese quién derrotara a Satanás y todo su ejercito de oscuridad y tinieblas. De esta manera, Jesús, Su Hijo unigénito, se humilló, y se hizo hombre para deshacer las obras del diablo. 1 Juan 3:8 “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo».

¡Qué gloria tan grande y qué plan tan grandioso, derrotar al diablo con una criatura hecha menor que él!. Cuando Jesús, hecho hombre, venció en la cruz del Calvario, derrotó categórica y absolutamente todo el imperio del diablo, desde la mas alta autoridad en el reino de las tinieblas hasta la más pequeña.

De Él también fue dicho en Hebreos 10:12-13: «pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies». Y si está esperando, nos da a entender que alguien más los tiene que poner en esa posición, y quien lo tiene que hacer es la Iglesia, está escrito en Efesios 3:10 “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales”.

Tenemos que entender que todas las victorias de la cruz son absolutas y perfectas. Pero Dios delega al cuerpo de Cristo, la Iglesia, para que venga el cumplimiento en la tierra. Analicemos esto: ¡Jesús murió por la salvación de todos los hombres! Esto se cumplió en la cruz y es irrevocable, mientras que el diablo, en todo el supuesto poderío con que algunos lo quieren ver, no es más que una criatura, y además, caída.

En el Antiguo Testamento, la guerra más grandiosa en que Dios manifestó Su poder usando un hombre como canal, fue la liberación de los hijos de Israel del cautiverio de Egipto. En esa guerra, Jehová no hizo nada sin Moisés. La obediencia y el coraje de este gran siervo para confrontar a Faraón y a los dioses egipcios, fueron determinantes para libertar a Israel, está escrito en el libro de Éxodo 12:51 “Y en aquel mismo día sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos”.

Cuando hablamos de guerra espiritual, no sólo debemos conocer las artimañas de nuestro enemigo, sino el terreno donde se pelea la batalla. La Biblia nos habla claramente de este campo de combate, Efesios 6:10-12 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. En estas regiones celestes sólo Dios puede pelear, pero no lo hará sin que haya la intervención de la iglesia en la tierra.

La guerra se lleva a cabo en el ámbito espiritual, desde donde el diablo opera. En ninguna parte de la Escritura, vemos que Dios haga diferencia entre un mundo espiritual terrenal y un mundo espiritual celestial demoníaco, como si hubiese una raya invisible que lo dividiera. En un principio, cuando Dios hizo al hombre, estaba claramente ubicado el cielo de Dios y la tierra. Cuando Adán le entrega el dominio de la tierra al diablo, todo el segundo cielo, todo el reino de las tinieblas invade la tierra para gobernarla.

Lo terrenal es el mundo material, lo espiritual es el mundo invisible, un demonio habitando un cuerpo físico no se ha vuelto terrenal; sigue perteneciendo al mundo invisible y tiene que lidiarse espiritualmente.

Cuando el apóstol Pablo se refiere a huestes espir­ituales de maldad en las regiones celestes, éstos son precisamente los espíritus que habitan u operan a través de la gente. Sin embargo, dice que se han de lidiar en el ámbito espiritual o las esferas celestes, es una dimensión diferente a la nuestra, pero que opera en medio de nosotros.

La verdad es que no hay un segundo cielo que está allá arriba, quién sabe dónde, desde donde operan unos terribles demonios inaccesibles. El diablo gobierna desde un ámbito espiritual sin divisiones interme­dias. Un mundo invisible, que es al cual se refiere el apóstol Pablo cuando habla de regiones celestes o mundo espiritual.

Por esto vuelvo a repetir: “La victoria de la cruz no fue parcial. Jesús derrotó a Satanás y a toda su organización gubernamental de una vez por todas. Y la autoridad que El conquistó no fue sólo sobre los demonios que habitan en las personas, sino también los que operan fuera de cuerpos de carne”, está escrito en Mateo 28:18-20 «Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén».

Levantémonos, hay un ejército de Dios esperando la orden de Su iglesia para derribar todo principado, toda potestad, todo gobernador de las tinieblas, toda hueste espiritual de maldad en las regiones celestes, por lo tanto tomemos las “Armas de Guerra” que Dios ha provisto para nosotros.

Las armas de nuestro conflicto bélico no son carnales ni naturales; son espirituales. Si vamos a batallar contra espíritus, tenemos que usar armas espirituales, pues no les podemos hacer daño con las armas materiales. La sangre de Cristo, la Palabra de Dios, nuestro testimonio, la alabanza y el nombre de Jesús; son cinco las armas de nuestro arsenal.

 

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